La cebada y el trigo están ya altos. Pronto entrarán las modernas máquinas agrícolas y estos sembrados quedarán al descubierto.
Años atrás, en los últimos días de junio, el ochenta y cinco por ciento de nuestra población campesina iniciaba un corto periodo de emigración que venía a durar unos quince o veinte días. Iban a hacer su agosto a las pródigas tierras de esta inmensa llanura.
Un tradicional desfile de carruajes, ocupados por familias enteras, dispuestas a realizar un quehacer duro y laborioso. Segadores que recorrían palmo a palmo, hoz en mano, estos ondulados mares de espigas.
Este recuerdo me ha venido hoy a la cabeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario